Mi historia de duelo

Cuando tenía veinte años, mi madre murió de un derrame cerebral. Durante dos años y medio viví en un estado de escisión, completamente desconectado de mi dolor. Cuando finalmente pude re-conectarme, descubrí, para mi asombro, que mi cuerpo había creado un depósito adicional de calcio entre una de mis costillas y el esternón, lo que el cuerpo a veces hace en respuesta a una fractura para fortalecer la estructura ósea. En esencia, lo que mi mente había estado ocultando, mi cuerpo lo mostraba con una claridad prístina: tenía el corazón roto.

A medida que la vida continuaba después de la pérdida de mi madre, conocí a Lyn Prashant, una destacada terapeuta de duelo y creadora del proceso Degriefing, un enfoque integral de terapia del duelo y creadora de la Tanatologia Somática. Ella me ayudó a comprender que el dolor  del duelo es una profunda fuentes de autoconocimiento, mayoritariamente desaprovechada. Algún tiempo después de comenzar a trabajar juntos, Lyn me pidió que desarrollara una práctica de yoga para abordar los efectos corporales del duelo, que pueden variar desde sentimientos de letargo hasta dolores agudos, opresión en la cavidad torácica, dificultad para respirar e insomnio. Si bien estaba bien equipado gracias a mi formación como psicoterapeuta somático y profesor de yoga, fue mas mi propia experiencia personal y el contacto con mi espora de hueso lo que me habilito para diseñar una sadhana, o disciplina practica psico-fisio-espiritual, que eventualmente se convirtió en una práctica holística que llame Yoga Para Aliviar el Duelo.