El Duelo
El duelo es la respuesta normal a la pérdida de las cosas o personas a las que estamos apegados,
Se manifiesta en el cuerpo, la mente y el espíritu. Esta compleja respuesta es orquestada en el sistema límbico – una serie de estructuras interconectadas en lo profundo del cerebro – y ejecutada bajo la dirección del sistema endocrino.
Después del shock inicial, el duelo puede producir apatía, confusión, miedo y tristeza intensas. Físicamente, experimentamos síntomas que incluyen baja energía, aumento del dolor físico – especialmente en la parte media de la espalda y los músculos pectorales – y alterar los ritmos circadianos que nos conectan al Universo – específicamente los patrones respiratorio, circulatorio y del sueño. Ademas, existen sintomas sociales – el aislamiento -, comportamentales como el llorar desconsoladamente y también espirituales. Cuando estamos de duelo, los velos que nos separan del Espiritu son muy leves! Si bien usualmente se asocia el duelo con la pérdida de un ser querido debido a la muerte, lo cierto es que el reaccionamos con dolor ante la pérdida de muchas cosas: una mascota, un trabajo, un sueño, un tren, o aun ideas – quien hubiésemos sido si no nos hubiese tocado esa madre – o algo tan simple como perder la juventud.
Los duelos de otros nos disparan los nuestros. Los nuevos duelos nos disparan otros más viejos; cada vez que nos enfrentamos a una nueva pérdida, podemos revivir el dolor de las pérdidas anteriores. Estas pueden ser puntuales en nuestra vida, o relacionado a nuestra familia, a la comunidad de la que somos parte o la raza a la que pertenecemos. El hecho de que esta relación sea normal, no la vuelve mas fácil de atravesar. Todos nos dolemos, y sin embargo, no hay una sola forma de atravesar el proceso. William Worden ha identificado cuatro tareas fundamentales que el doliente debe de lograr para facilitar el proceso:
- Aceptar la realidad emocional de la perdida
- Procesar el dolor del duelo
- Adaptarse a la realidad adonde lo que perdimos ya no esta
- Mantener alguna forma de conexión duradera con lo que perdimos mientras nos embarcamos en una nueva vida
Estos pasos, como el duelo, no son lineales, es normal alternar entre ellos e incluso trabajar sobre varios al mismo tiempo. En general, este proceso lleva entre 1 y 2 años, de lo contrario podemos pensar en formas mas patológicas, no normales, del duelo.
Nos identificamos a través de las personas y cosas a las que estamos apegados, y cuando las perdemos, perdemos parte de nuestra identidad. Sin embargo, seguimos siendo, solo que de una manera que no conocemos. La re-identificación es necesaria y la propuesta es usar el autoconocimiento que el duelo provee para descubrir quién es el nuevo ser. Este proceso implica tres momentos que tampoco son lineales y pueden coexistir:
- Tratar los síntomas del duelo
- Facilitar el proceso promoviendo el realizar las cuatro tareas del duelo y …
- Re-identificarse uno mismo.
La Reina Isabel popularizo la frase: ‘el duelo es el precio que pagamos por el amor’. Con todo respeto, estoy en desacuerdo! El sufrimiento del duelo proviene de nuestro apego, no del amor. El apego es ese potente lazo atreves del cual asociamos nuestra comodidad, seguridad o bienestar a la permanencia de cosas o la disponibilidad constate de algunas relaciones. Porque nada es permanente, cuando se van, con ellas se van nuestra comodidad, seguridad, y bienestar.
Entonces, según el Yoga, el desapego – la aceptación de que todo se va – puede reducir el futuro sufrimiento. Pero qué difícil despegarse! En mi experiencia, este proceso se logra mejor si primero apuntamos al apego desapegado: seguir apegado, pero recordando en todo momento, que aquello a lo que estamos apegados también desaparecerá. Al internalizar esta verdad del universo podemos acceder a un sentido de amor aún más profundo, sin apego, donde amamos lo que es, no su presencia.
En mi opinion, esta es la verdad universal que el duelo nos revela – la impermanencia de todo lo que existe – incluidos nosotros mismos. El trabajo a realizar es volverla parte de nuestra nueva identidad. Lo que mi programa ofrece no es una forma de evitar el dolor, ni de liberarnos de él, sino simplemente aliviar el sufrimiento para poder aceptar la verdad. Para que eso suceda, debemos trabajar. La sadhana que he desarrollado ofrece una herramienta práctica, la base para el trabajo que debemos hacer, y acceder a una vida más plena.